Testimonios de pacientes:

Javier.-

Al inicio de mi proceso terapéutico, atravesaba un momento difícil lleno de pena, incertidumbre, dudas y miedos. Me sentía desorientado frente a mis pensamientos y emociones, como si estuviera envuelto en una densa niebla. A medida que avanzaban las sesiones, esa niebla comenzó a disiparse, permitiéndome descubrir mucho sobre mí mismo: mis actitudes, comportamientos y pensamientos.

Tomé conciencia de mi tendencia a la sobreadaptación hacia los demás, de mi falta de personalidad que me llevaba a olvidarme de mí mismo, y de algunas de mis falencias, como mi orgullo, temperamento y dificultades en la comunicación. A partir de este conocimiento, la terapia me ofreció herramientas valiosas para abordar estos desafíos: estrategias de comunicación, tolerancia y actitud que, aunque todavía implican un esfuerzo diario, me han permitido sentirme más contento y satisfecho con la persona que soy hoy.

Reconozco que el camino aún es largo. Por cada prueba superada, surgen nuevos retos que enfrentar, pero ahora tengo la determinación de seguir avanzando, esta vez poniendo el foco en mí y en la persona que quiero ser.

Reflexión Final
«Para hablar, cuidar y amar a los demás, primero debemos aprender a convivir con nosotros mismos. No solo con lo bueno y lo conveniente, sino también explorando las partes más densas de nuestro ser, para así ofrecer lo mejor, tanto al mundo que nos rodea como, sobre todo, a nosotros mismos.»

Gabriel.-
La Aventura del Reino Perdido: Una Historia de Transformación

Un joven llegó a la consulta del Dr. Alex Allendes, cargando una pesada mochila de preocupaciones: autoestima debilitada, desmotivación, dudas sobre sus estudios y, sobre todo, un profundo cuestionamiento sobre el rumbo y sentido de su vida. Aunque su deseo de cambiar era genuino, en su primera sesión se encontró atrapado por una barrera psicológica que le impedía mostrarse tal como era. Acompañado por su padre, quien lo apoyaba incondicionalmente, el joven no lograba reconocer el respaldo que tenía a su lado, consumido por sus propios pensamientos.

En esa primera consulta, apenas se arañaron los bordes de sus inseguridades. A pesar de sus ganas, algo en su interior bloqueaba la expresión de sus verdaderos sentimientos y pensamientos. Al terminar, se sentía frustrado consigo mismo, preguntándose si realmente valía la pena asistir o si, como temía, iba a desperdiciar la oportunidad, como creía haber hecho tantas veces antes.

Sin embargo, a medida que las sesiones avanzaban, el joven empezó a sentirse cómodo en el espacio que el Dr. Alex le ofrecía. Aunque sus avances parecían pequeños a sus propios ojos, el proceso ya había comenzado. Su mente estaba atrapada en una ciudad metafórica, llena de dudas y pensamientos erráticos que ralentizaban su progreso, alimentando la idea de que «todo lo hago mal». En su interior, convivían problemas de relación, auto-recriminaciones por errores insignificantes e incluso imaginarios, y una visión distorsionada del mundo, moldeada por años de aislamiento y melancolía.

Sin darse cuenta, hacía tiempo que había cometido un error crucial: había renunciado a su trono interno, permitiendo que los «conspiradores» de su mente tomaran el control. Estos pensamientos negativos le habían arrebatado su vasto y próspero reino interior, reemplazándolo por un mundo más pequeño e ilusoriamente infinito, lleno de sombras que le impedían ver su verdadera grandeza.

Pero el joven no estaba solo en esta lucha. Inspirado por las historias de héroes como Bilbo Bolsón en El Hobbit, comenzó a emprender su propia aventura de liberación. Sus sesiones con el Dr. Alex se convirtieron en una travesía para recuperar su reino perdido. A través de pequeñas misiones y tareas, fue fortaleciendo sus recursos internos. Cada día, debía recordar y valorar los buenos momentos, reconocer a los aliados a su alrededor y enfrentar a los pequeños «lacayos» de los conspiradores, esos pensamientos molestos y superficiales que intentaban distraerlo.

A medida que ganaba fuerza, el joven se enfrentó directamente a los conspiradores. Aunque logró sacarlos del trono, ellos seguían susurrándole al oído, intentando retomar el control. Fue entonces cuando el Dr. Alex le mostró el último y más importante secreto: los conspiradores no podían ser derrotados mediante la fuerza. Estos pensamientos, aunque dolorosos, eran parte de él. Su victoria no estaba en destruirlos, sino en aceptarlos, comprenderlos y aprender a convivir con ellos sin dejarse dominar.

El joven comprendió que el verdadero poder radicaba en reconocer su propia omnipotencia: el control sobre a quién escuchar y a quién ignorar. Al hacerlo, transformó la pérdida de su trono en una valiosa lección, construyendo un reino más fuerte y próspero del que jamás había gobernado. Aunque los conspiradores aún hacen ruido, ya no tienen el poder de interferir, porque el joven sabe quién es y hacia dónde quiere ir.

Hoy, su reino interior es un reflejo de su crecimiento y fortaleza, un lugar donde puede gobernar con sabiduría, enfrentando los desafíos del mundo con determinación y confianza. Su historia no es solo de lucha, sino de transformación y renacimiento, una aventura digna de cualquier épica.

Gonzalo.-
Un Viaje de Transformación Personal

Al cruzar la puerta del piso 12, llegó una persona insegura, cargada de preocupaciones que no le correspondían y con una capacidad casi admirable para crear problemas donde no los había. En su mente, no era siquiera una prioridad para sí mismo, y detrás de él, como una sombra constante, caminaba un niño irritante, posesivo y manipulador, con una actitud desafiante y un aire desaliñado. Ese «pendejo flaiter» que lo acompañaba representaba su ansiedad, su miedo, sus pensamientos negativos que lo saboteaban. Sin metas claras ni rumbo definido, temía lo desconocido, obsesionado con pequeños detalles como la posibilidad de no encontrar un baño o la paranoia de que algo malo le ocurriría al salir.

Pero algo empezó a cambiar. Cada lunes, después de cada sesión, esa persona comenzó a sentirse un poco mejor. Poco a poco, la inseguridad y la insatisfacción dieron paso a un renovado sentido de propósito, a metas claras y al deseo de vivir, no solo de soñar. Aprendió que soñar es bueno, pero vivir en las nubes todo el tiempo lo apartaba de las cosas hermosas que estaban frente a él.

Con el tiempo, empezó a desarrollar inteligencia emocional, a reconocer y comprender sensaciones que antes lo confundían, interpretándolas equivocadamente. Y, con cada avance, aquel personaje molesto que lo saboteaba –su ansiedad y autocrítica personificadas– comenzó a callarse. Primero dejó de gritar, luego sus palabras se volvieron menos frecuentes, hasta que un día simplemente desapareció. Ahora, cuando se lo encuentra esporádicamente, ese viejo fantasma baja la cabeza al recibir un insulto de despedida, mientras él sigue caminando con confianza, con los pies firmemente en la tierra y una nueva perspectiva que le permite ver el mundo con claridad y empatía.


Cierre y Aprendizaje

Tras tres meses de terapia, se realizó el cierre del proceso, y de él emergieron las siguientes reflexiones:

  • Pensar que la vida te pone barreras e inconvenientes es una ilusión. En realidad, somos nosotros mismos quienes nos limitamos.
  • La verdadera elección está en decidir estar presente, pensar o existir, ser o no ser. A veces, solo basta una leve brisa de viento para recordarnos que debemos aterrizar y vivir, enfrentando las situaciones sin huir de ellas.
  • Si no aprendemos a disfrutar los momentos buenos y la calma, y vivimos obsesionados con preocupaciones, nunca podremos experimentar una verdadera felicidad ni enfrentar con resiliencia los contextos adversos.
  • La clave está en sentir más y pensar menos. Hay momentos para reflexionar, pero la vida entera está destinada a ser vivida y sentida.

Este viaje no solo marcó un cambio en su vida, sino que dejó una poderosa enseñanza: el verdadero desafío no es enfrentar al mundo exterior, sino reconciliarse con uno mismo y abrazar la oportunidad de vivir plenamente.

Macarena.-
Un Viaje Hacia la Claridad y la Paz Interior

Llegué a la consulta sintiéndome profundamente triste, angustiada y confundida. No lograba entender lo que me sucedía; solo sentía una enorme pena y mi mente estaba llena de pensamientos que me abrumaban.

Desde la primera sesión experimenté un alivio inesperado, simplemente al escuchar que este malestar tenía un final y que pronto dejaría de sentirme así. Fue el inicio de tres meses de terapia marcados por altibajos, con días buenos y días malos. Sin embargo, con el tiempo, esos momentos malos empezaron a transformarse, primero en instantes breves y luego en situaciones cada vez más manejables.

A medida que avanzaba el proceso, comencé a darme cuenta de que lo que me preocupaba y angustiaba no tenía sustancia real: era nada.

  • Nada, porque mi mente me estaba jugando malas pasadas, creando preocupaciones y miedos que no existían.
  • Nada, porque en realidad tenía todo lo necesario para estar bien, solo necesitaba que alguien me lo recordara y me ayudara a abrir los ojos.

Cierre y Aprendizaje

Después de tres meses de terapia, esta es la lección más importante que me llevo:

«Este proceso cambió mi mentalidad. Siempre he sido una persona alegre, divertida y agradecida con la vida, pero en los momentos más difíciles es fácil olvidarlo y cuestionarlo todo. Aprendí que no debo permitir que un mal día o un momento amargo me haga creer que tengo una mala vida o que soy infeliz. La felicidad y el agradecimiento están en mí, y ahora sé cómo recordarlo incluso en los momentos más oscuros.»

Este camino no solo me devolvió la claridad y la tranquilidad, sino que también reafirmó mi capacidad para enfrentar los desafíos con optimismo y resiliencia.

Andrea.-
Un Camino de Aprendizaje y Transformación

Sabía que debía buscar ayuda, pero inicialmente intenté resolver las cosas por mis propios medios. Los resultados positivos que ya había visto en mis hijos y en mi novia gracias a sus sesiones de terapia me dieron esperanza. Sabía que había una solución, pero para alcanzarla necesitaba aprender a expresarme, resolver los problemas en su momento, decir “no” cuando fuera necesario y comprender que las personas a mi alrededor no podían adivinar lo que me pasaba.

Llegué a la primera sesión cargando una pesada mochila de angustia, con el pecho apretado y sintiéndome atrapado. Fue un monólogo lleno de emociones reprimidas, en especial una abrumadora culpa. Sentía que todo lo más importante para mí—mi hogar, mi familia, mi entorno—se estaba viendo afectado por mi incapacidad de manejar las situaciones. Veía mi vida como un barco sin rumbo, y esto me consumía.

Por un lado, estaba la adolescencia de mi hijo mayor, y por otro, los conflictos con el hijo de mi novia, que la colocaban en una posición difícil, atrapada entre la espada y la pared. Todo parecía complicado y sin solución.

Sin embargo, comenzamos a trabajar en las sesiones, y los resultados no tardaron en llegar. Me di cuenta de que muchas de las respuestas estaban ahí, esperando ser vistas desde otra perspectiva. Al mover las piezas y ajustar mi enfoque, poco a poco, aquella mochila que sentía tan pesada comenzó a vaciarse, y mi caminar se volvió más liviano.

Superamos la etapa de los problemas con el hijo de mi novia, y el ambiente de nuestro hogar cambió notablemente. Esto me dio fuerza para enfrentar la próxima estación: la adolescencia de mi hijo mayor. Con mi novia a mi lado, más firme que nunca, descubrí que esta etapa, aunque desafiante, puede manejarse con comunicación, acuerdos claros y dejando nada al azar. Aprendí a no tomar cada actitud de mi hijo como algo personal, a no sufrir innecesariamente, y, nuevamente, a cambiar mi perspectiva.


Cierre y Aprendizaje

Tras cuatro meses de terapia, llegué a la siguiente conclusión:

«Parece increíble cómo me siento ahora en comparación a cómo llegué. Sé que la vida seguirá trayendo obstáculos y problemas, pero la diferencia es que ahora mi mochila no está cargada de angustias y culpas, sino de herramientas positivas que me permitirán seguir avanzando. Tengo más claridad, seguridad y menos angustia. Hoy puedo decir con confianza que retomo este camino más tranquilo y feliz, listo para enfrentar lo que venga.»

Este proceso no solo me ayudó a superar las dificultades que enfrentaba, sino que también me dio la confianza y las herramientas para construir un futuro mejor para mí y para mi familia.

Claudio.-
Un Viaje de Resiliencia y Transformación

Mi vida ha estado marcada por golpes duros y experiencias difíciles. Durante mucho tiempo, me preguntaba: ¿Por qué yo? ¿Por qué todo me pasa a mí? Perdí mi infancia en una mentira, sufrí violencia, y fui testigo de cómo golpeaban a quien más amaba, mi madre. Experimenté soledad, pobreza y el constante miedo a perderlo todo. Estuve al borde de un abuso, viví con rabia, dolor y tristeza. Sentí la pena y la preocupación de dejar a mi madre, incluso después de que eligió permanecer al lado de quien más la dañaba.

Hubo momentos en los que quise rendirme, dejar todo atrás, abandonar mis sueños y mis ganas de vivir. Pero hoy, después de este camino recorrido, puedo ver con claridad que todo lo vivido me ayudó a construir la persona que soy. Hice lo mejor que pude con las herramientas que tenía en ese momento. No puedo ser injusto conmigo mismo ni seguir cuestionándome si pude haber hecho más. Era solo un niño. Ahora sé que nada de lo que ocurrió fue mi culpa, y estoy listo para dejar el pasado donde pertenece. Ha llegado el momento de vivir feliz.


Cierre y Aprendizaje

Después de tres meses y medio de terapia, llegué a la siguiente reflexión:

  • No puedo cambiar el pasado, nadie puede. Pero el presente y el futuro están en mis manos, en mis decisiones.
  • La vida está llena de altibajos, y es probable que cosas malas sigan sucediendo, pero está en mi poder superarlas y encontrar la felicidad.
  • Los cambios son inevitables, pero no voy a quedarme esperando un milagro para que mi vida mejore. Seguiré luchando, como siempre lo he hecho, pero ahora con la certeza de que vendrán cosas más buenas que malas.

Este proceso no solo me permitió sanar heridas, sino también darme cuenta de mi fortaleza y capacidad para forjar un futuro mejor. Hoy entiendo que mi felicidad no depende del pasado, sino de lo que elijo construir a partir de ahora.

Andrés.-
Un Proceso de Transformación: Del Pesimismo al Optimismo

Asistió a terapia porque se sentía triste, melancólico y atrapado en una visión negativa de la vida. Se percibía solo y sin reconocer sus propias capacidades, lo que impactaba negativamente en todas las áreas de su vida.

Durante el proceso terapéutico, trabajamos juntos en reflexionar sobre sus experiencias y en identificar los cambios que ha logrado a través de su esfuerzo y compromiso. Al finalizar la intervención, pudo reconocer cómo la terapia transformó su manera de pensar, sentir y actuar.


Tarea: Criterios de Cambios

  • Antes: Negativo y triste ante la vida
    Ahora: Veo todo de forma mucho más optimista.
  • Antes: Pensaba que siempre sería infeliz
    Ahora: Creo que la felicidad está al alcance de uno mismo.
  • Antes: Me subestimaba
    Ahora: Creo más en mis capacidades.
  • Antes: Triste y melancólico
    Ahora: Sé que puedo irradiar alegría.
  • Antes: Solitario
    Ahora: Tengo más personas a mi lado.
  • Antes: Enrabiado con la vida
    Ahora: La vida tiene mucho que entregarme y enseñarme aún.
  • Antes: Me odiaba a mí mismo
    Ahora: Creo que tengo mucho amor y mucho que entregar, y que valgo como persona y hombre.
  • Antes: Me dejaba dominar por mis temores
    Ahora: Me doy cuenta de que soy capaz de enfrentar mis miedos y vencerlos.

Moraleja/Aprendizaje

«La vida puede poner muchos obstáculos en nuestro camino, pero depende de nosotros cómo los enfrentamos. Abrirse al cambio, crecer y ser mejor es una decisión personal. Como dice la frase: ‘El cambio es nuestra opción y comienza cuando decidimos disfrutar el momento, vivir plenamente en el ahora y sacar nuestro máximo potencial’.

De esta experiencia, resuena profundamente la frase: ‘El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un obsequio, por eso se llama presente. Se vive solo una vez, disfrútalo’.«

Este proceso no solo le permitió superar su tristeza, sino que lo empoderó para tomar el control de su vida y vivirla con alegría, confianza y propósito.